La cultura en la que vivimos tiene un marcado sesgo autoritario; su principal dispositivo es un sistema de valores que se reproduce en el lenguaje, los roles de género, las actitudes, las instituciones, los símbolos y los imaginarios.
Sexualidad y
Ciudadanía
Estos valores invisibilizan la violencia y la imposición, de este modo son asumidas como naturales y necesarias, para evitar “problemas peores”; como parte de esta dinámica, se estigmatiza como peligrosos a la libertad, la diversidad, al empoderamiento de las personas en desventaja social, a las voces críticas, etcétera, aquello necesario para construir modos de vida sustentables y democráticos. Una de esas situaciones que son percibidas como “fuente de problemas” y de las que se debería alejar y proteger a las personas, es su propia sexualidad.
Para construir modos de vida sustentables y democráticos es necesario un cambio de mentalidad y paradigma que permita alcanzar un desarrollo humano y social, modificando la relación de las personas consigo mismas, sus semejantes, la sociedad y el entorno.
A través de dos ejes, sexualidad y ciudadanía, se estructuran conocimientos multidisciplinarios e integrales que fomentan la transformación de los valores, intereses y prácticas de la vida personal y pública de las personas, rumbo al empoderamiento y la conciencia ciudadana.